Cultura Mainstream: el negocio de anticipar lo que quieres
Hollywood ya no vende historias nuevas. Devuelve nuestro propio reflejo, y al final creemos que fue nuestra idea.
Hollywood solía vender sueños. Ahora vende espejos. Cada película, canción o serie que consumimos es como una selfie tomada por alguien más: no muestra lo que nos gusta, sino lo que cree que debería gustarnos. Y siempre acierta. Acierta tanto que hace pensar que la idea fue nuestra.
Frédéric Martel, en su libro Cultura mainstream, lo destapa con la precisión brutal de una autopsia al entretenimiento contemporáneo. No habla de teorías conspirativas ni lavado de cerebros, sino de algo mucho más simple y perverso: aprendieron a escucharnos. Y eso sucedió porque nos habituamos a hablar demasiado.
Nos observaron haciendo clics, llenando encuestas, posteando opiniones. Midieron reacciones, silencios, hasta nostalgia. Luego empaquetaron todo eso en películas con el final ajustado en salas de prueba, canciones pop perfectamente predecibles, series que ya vimos mil veces con diferentes rostros.
“El negocio del entretenimiento no produce miles de millones a causa de un fantasma capitalista, sino porque siempre hay quien está desesperado por pagarlo”
Los estudios grandes ya no son creativos, son bancos con licencia de propiedad intelectual. Financian, subcontratan, tercerizan la producción, pero retienen el control de las marcas, las ideas, las historias que consumimos y volvemos a comprar en veinte formatos distintos: películas, series, parques temáticos, camisetas con logos que prometen identidad. Hollywood no inventó este monstruo, solo aprendió a cebarlo con lo que ya le hemos dado.
“No es manipulación, es predicción emocional”
No es necesario arriesgarse. El negocio es claro. Funciona replicando fórmulas seguras en un laboratorio disfrazado de cultura pop. Si algo funciona en Estados Unidos, es exportado. Las historias se estandarizan y se traducen al inglés del consumo global. En México, en Japón, en Alemania o Brasil, recibes exactamente lo mismo: productos diseñados para gustar, nunca para incomodar. Porque la incomodidad no es rentable. ¿La originalidad? Menos.
Y aquí estamos, pagando boleto, suscripción mensual, emocionados por la nueva versión de lo mismo que amamos ayer aunque ya no recordemos por qué. No es manipulación: es predicción emocional. Nos conocen mejor que nosotros mismos, y eso debería preocupar más que cualquier conspiración barata sobre lavado cerebral.
Lo que Martel dice es simple y directo: El mainstream no domina por imposición, sino por persuasión anticipada. No nos obligan a tragar nada: nos sirven exactamente el plato que pedimos hace años y del que nunca pudimos desprendernos.
“El mainstream no domina por imposición, sino por persuasión anticipada”
Entonces pregúntate, cuando aplaudes en la sala o compartes esa canción que “te llegó”: ¿Realmente te gusta? ¿O solo es lo que saben que ya no puedes rechazar?
Hollywood hace mucho que no vende historias. Vende espejos. Y todos, encantados, nos seguimos mirando en ellos.
Este verano, ¡hemos extendido el contenido de Barbas’ Review también a video! Puedes ver el episodio correspondiente a la Cultura Mainstream dando play a continuación.
Buenísimo el tagline del texto (y el texto todo 😊). Concuerdo con esta cuestión de la "voracidad" (que afecta a todo últimamente) ha empujado a que la producción de "artículos artísticos" –cine, audiovisual, texto, etc– se haya vuelto "contenido"; creado para alimentar la maquinaria de un mercado que está ávido (o se ha vuelto ávido por el mismo funcionamiento de las plataformas) de novedades que son hechas específicamente para esa hambre (como la comida rápida que está diseñada para saber bien sin aportar demasiado valor nutricional).
Por otro lado, hay un gran sector de consumidores que se han dado cuenta se quejan –cada vez más– de que llevemos décadas con precuelas, seculeas y refritos de los mismos personajes empaquetados en fórmulas repetitivas (Disney siendo el principal "infractor"). Esto me hace pensar que, una de dos:
1. A pesar de todos los datos (incluidos los económicos) es muy difícil modificar el rumbo de un trasatlántico del entretenimiento y por eso aún no se ajustan a esta "demanda"
2. Estas quejas son desde un sector mínimo, que se rasga las vestiduras por la caída del modelo previo –uno más "artístico"– pero solo significan un porcentaje mínimo de consumidores; uno que las grandes plataformas están dispuestas a "perder" a cambio de lo del mercado potencial al que apuestan desde sus torres multimillonarias 🤔
Ante cualquiera de las dos, me gusta mantener la esperanza que tiene esta cita de Los Bárbaros de Baricco: «[un sistema que] por codicia comercial de vez en cuando se le daba a la gente lo peor, era un sistema que no impidió el nacimiento de ningún Verdi».
p.d. dsculpa por el comentariototote
Muy interesante 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?