Generación X: El mundo cool y nihilista de Douglas Coupland
Resumen exprés para llevar comiendo #3
Tres amigos que acaban de entrar en la treintena deciden abandonar la gran ciudad para refugiarse en un bungalow en medio del desierto, convencidos de que allí podrán escapar del consumismo que domina la vida en la sociedad estadounidense de principios de los noventa. Pasan el tiempo contándose historias sobre sus vidas y fantaseando con la idea de ver, algún día, un gran hongo nuclear en el horizonte que anuncie la llegada del apocalipsis. Mientras tanto, nos dejan una serie de reflexiones y frases breves —casi como eslóganes, duros como yunques— que consolidaron los estereotipos que se ajustaron como un guante a la generación que alcanzaba los 30 en los últimos años del siglo XX.
Y, un poco más tarde, llegamos nosotros.
Identificarse con los rasgos de una generación es casi tan exacto como explicar el comportamiento según la posición de los astros en el zodiaco. Sin embargo, a diferencia de la astrología, esto a veces tiene algo de sentido.
McJob (McChamba): Trabajo mal pagado, sin prestigio, sin dignidad, sin futuro, en el sector de servicios. Considerado frecuentemente como una elección profesional satisfactoria para personas que nunca han tenido ningún trabajo.
No recuerdo exactamente cuándo escuché por primera vez sobre Generación X. Cuando el libro de Douglas Coupland se hizo famoso en 1991, en México estábamos ocupados sobreviviendo a una de tantas crisis económicas y terminando la primaria. Al menos, quienes nacimos en los 80.
Mientras tanto, en el otro lado del espectro, la sociedad estadounidense atravesaba su fase más nihilista de la segunda mitad del siglo. Venían de décadas de lucha social y cultural que se desvanecieron en el gris ejecutivo de la era Reagan y los yuppies de Wall Street.
Palms Springs, California. En un bungalow viven Andy, Dag y Claire. Los tres son amigos y miembros de la jet set pobre. Los dos chicos trabajan de camareros en un Mcjob. La chica trabaja en una perfumería de un centro comercial. Los tres viven en el desierto. Es una ciudad de ricos y viejos, pero ellos viven en los suburbios de la periferia.
Ser diferente, auténtico, se convirtió en la mayor aspiración para quienes llegaban a la adultez. El consumismo que dominaba la era Bush los asfixiaba, al punto que deseaban escapar de cualquier entorno que los atrapara en la niebla de compras sin sentido y trabajos sin futuro.
Se preguntan ¿por qué trabajar? ¿Sólo para comprar más cosas? La empresa de marketing donde Dag trabaja se dedica a hacer que la gente coma mierda pensando que todavía come comida de verdad.
Esta fue la primera generación que creció frente a la televisión, sin saber qué era el internet ni tener la necesidad de averiguarlo, más allá de ver películas protagonizadas por hackers casi mágicos que controlaban las luces de los semáforos a voluntad.
Horas de televisión inculcaron —tanto en Estados Unidos como más tarde en México— un arsenal de respuestas sarcásticas y reacciones irónicas que se convirtieron en el idioma de las décadas siguientes.
Sobredosis histórica: Vivir en un tiempo en que parece que han pasado demasiadas cosas. Entre los síntomas principales está la adicción a los periódicos, las revistas y las noticias de televisión.
En medio de este bombardeo visual, MTV invitó a Douglas Coupland a grabar una serie de extraños anuncios, donde el autor recitaba pasajes de su obra con un tono relajado y desinteresado, maquillado como un androide sin emociones.
Los tres han dejado atrás trabajos sin interés. Confundían el comprar cosas con la creatividad. Simulando las reuniones de alcohólicos anónimos se cuentan historias para dormir. No se puede interrumpir ni criticar al final. Salen de picnic a comer pollo y té frio.
Años después, cuando encontré una edición en español de Generación X en la biblioteca de la universidad, no pude soltarla (aunque, claro, leía en mis horas de McChamba). Quizá fuera el diseño que imitaba un cómic o los eslóganes ideológicos que aparecían en los márgenes de las páginas, pero todo encajaba en el marco mental que Coupland había construido para su generación.
La identidad juvenil se basaba en mirar el mundo de forma cool, distinta, colorida y nihilista. Aunque, en la práctica, esto casi nunca coincidía con las responsabilidades inherentes a la vida laboral adulta.
Punto de engorde: Puesto de trabajo pequeño y abarrotado hecho con paneles desmontables revestidos de tela y ocupado por miembros poco importantes del personal. Llamado así en recuerdo de los pequeños cubículos de los mataderos utilizados por la industria cárnica.
Dudar de todo. Nada es para siempre. La ironía y la indiferencia se convirtieron en los pilares del pensamiento social de muchos jóvenes adultos, y cada nueva generación adoptaba este modelo hasta llegar al año 2000, cuando los medios descubrieron que la mejor manera de impulsar el consumismo era, irónicamente, apelando a la lucha contra él.
Dag cuenta la historia donde, durante un largo viaje en la carretera desértica, se alcanzaba a ver en el horizonte entre las montañas una gran nube de fuego con forma de yunque que le hacía pensar que sus miedos de la Guerra Fría al fin habían llegado a un punto sin retorno.
La popularidad explosiva de Generación X desencadenó una oleada de productos culturales que eran cada vez más atractivos. Uno de los más destacados fue Singles (1992), dirigida por Cameron Crowe. En esta película, los estereotipos se presentaron cuidadosamente: frases impactantes y optimistas, música de Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains, la ropa de los personajes, y la misma historia. El marco mental de Generación X encontró su compañero perfecto en el idealismo y la estética grunge, que compartía tiempo de pantalla y prensa con los mismos códigos de la novela de Coupland.
Apatía inducida por la fama: Convicción de que ninguna actividad merece la pena a menos que uno se pueda hacer muy famoso. Se parece a la pereza, pero sus raíces son mucho más profundas.
Una historia basada en los ideales de jóvenes yuppies con actitud sarcástica se transformó en un coming of age para millones de jóvenes adultos y los adolescentes que les siguieron.
¿Coincidencia? No lo creo.
¿Irónico? Sin duda.
Generación X, en conclusión:
Es un libro entretenido y relativamente fácil de leer, pero bastante difícil de conseguir.
Lo más probable es que lo encuentres en alguna librería de viejo o en ese puesto jipi cerca de tu campus universitario más cercano.
Nunca ha sido editado en formato digital (auténtico y diferente, pero parece que no tan actualizado).
No sé si alguien menor de 30 años lo disfrutaría, pero estoy seguro de que al menos provocaría un hilo en Twitter (¡o en X!) al respecto.
Fue tal la popularidad de este libro, que a la generación de nacidos entre 1965 y 1980 se le llamó Generación X.
Si leíste El club de la Pelea o Tranispotting, este libro te hará exclamar varias veces “Oh, claro, con razón…” y por lo menos un “Sí soy”.
Camino virgen: Viaje elegido con la esperanza de que nadie más lo haya elegido.
Excelente texto, muchas gracias por compartir; sin duda alguna ese Nihilismo y falta de sentido histórico es mucho más reflejado en la actualidad y en la situación tan compleja (en todos los aspectos) que estamos viviendo. Ojalá se pueda conseguir el libro. Saludos.